Doce mil kilómetros de caminos y senderos, a pie por la mítica y legendaria ruta de la seda.
Bernard viaja solo, a pie con su mochila y con un poco de dinero en el bolsillo, lo justo para no ser tentación de los ladrones.
A menudo avanza por senderos que no aparecen en ningún mapa, fiándose de las indicaciones de los lugareños y sin saber bajo que techo (si es que lo hay) dormirá la próxima noche.
La Ruta de la Seda es el nombre que se le dio a la línea imaginaria que recorre Europa y Asia, un itinerario explotado durante siglos por comerciantes y mercaderes como el mismísimo Marco Polo.
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