Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2007
Un año antes de su muerte, Franz Kafka, paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontró a una niña que lloraba desconsolada: había perdido su muñeca. Para calmar a la pequeña, el autor de “La metamorfosis” se inventó una peculiar historia: la muñeca no se había perdido, se había ido de viaje, y él, convertido en cartero de muñecas, tenía una carta que le llevaría al día siguiente al parque. Aquella noche Franz escribió la primera de las muchas cartas que, durante tres semanas, entregó a la niña puntualmente, narrando las peripecias de la extraordinaria muñeca desde todos los rincones del mundo. Según cuenta Dora Dymant, su compañera aquellos días, el estado febril con el que Kafka escribía esas cartas era comparable al de cualquiera de sus inmortales obras.
Éste es el relato de aquella experiencia, en la que Franz Kafka fue un mago de la palabra para una niña desconocida de la que jamás volvió a saberse nada, como tampoco de aquellas cartas que constituyen uno de los misterios más hermosos de la narrativa del siglo XX.
Éste es el relato de aquella experiencia, en la que Franz Kafka fue un mago de la palabra para una niña desconocida de la que jamás volvió a saberse nada, como tampoco de aquellas cartas que constituyen uno de los misterios más hermosos de la narrativa del siglo XX.
Este libro lo empezó a escribir Jordi Sierra i Fabra a raíz de un artículo, escrito por César Aira, que leyó en el periódico El País en mayo de 2004, que podéis leer aquí.
Y lo terminó en agosto de 2004, a los 80 años de la muerte de Franz Kafka.
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